Si la muerte pisa mi huerto
¿Quién firmará que he muerto
De muerte natural?
¿Quién será ese buen amigo
Que morirá conmigo
Aunque sea un tanto así?
¿Quién pondrá fin a mi diario
Al caer
La última hoja en mi calendario?
Esto es algo que se pregunta Joan Manuel Serrat en una de sus populares composiciones lanzada en 1970, interrogantes que todos nos planteamos en algún momento de nuestras vidas, y cuando se acercan fechas tan importantes para México cobran mayor vigencia.
Desde hace ya virios meses, prácticamente lo que lleva la pandemia de Covid-19, la muerte no ha dado tregua al mundo de la lucha libre. No solo a causa de esa enfermedad se han apagado muchas estrellas que, por años, alimentaron los sueños de miles de aficionados dando vida a héroes y villanos, quimeras y pesadillas que hacen de éste deporte-espectáculo un mundo surreal que no conoce final.
El huerto de Plata es el más reciente que la muerte pisó, las nuevas generaciones poco sabían de este gladiador, su popularidad fue opacada por el fallecimiento de su hermano Oro; bien lo escribió Javier Muñoz ante el deceso de Esteban Hernández Silva, al referir que el 26 de octubre de 1993 hubo dos muertes en la Arena Coliseo, una en el ring (Oro) y otra luchísticamente hablando, pues su hermano, Plata, se perdió para la lucha libre.
Pero también se dice que nadie muere del todo mientras lo tengamos en el recuerdo, y así será con Plata y con tanto otros que han dejado este plano terrenal para convertirse en mitos que siempre llegarán a la memoria cuando de lucha libre se hable.
Hay a quienes les perturba la probabilidad de ser olvidados en un máximo de cien años, pero lo dijo Leonardo Da Vinci: “Así como una jornada bien empleada produce dulce sueño, así una vida bien usada produce dulce muerte”, y lo entendieron perfectamente Brazo de Plata, Ángel o Demonio, Ovett y Pasión Kristal, por mencionar sólo algunos que este año culminaron su viaje y llegaron a buen puerto.
El dolor de una pérdida es inevitable, más para familiares y amigos, que para los aficionados; unos pierden a su padre, hermano, hijo, esposa, y otros a su ídolo, en ambos casos siempre es lamentable.
Sería interminable hacer una lista de todas las figuras que han forjado la lucha libre mexicana a lo largo de casi nueve décadas y que ya no están: La Parka, El Santo, Abismo Negro, Perro Aguayo, Blue Demon, Cavernario Galindo, Black Shadow, Mr. Niebla, Universo 2000, entre otros, son algunos de los más populares, pero también hay que recordar a Gabino Camino, Vicente López, Mario Núñez, Juanito Díaz, Fidel Arellano, Poncho Aguirre, Arturo García, Jack Gorman, Jerry Malone, Iben Sellem, Juventino Romero, Silvio Pavón, Chale Martínez, Popeye Soto, Bobby Corona, Chivo García, Manuel Muñiz, Pablo Romero, Raúl Romero, Joe Cortazar, Tony Navarro, Loco Hernández, Tarzán Simba, Natalia Vázquez, Bum Bum, Jarochita Rivero, Che Fernández, Luis Mayo, Jimmy El Pulpo y… uff, tantos otros que nunca terminaríamos una lista, y es que coincido en eso que decía Isabel Allende al asegurar que “la gente muere sólo cuando la olvidan”, y me gusta pensar que al mencionarlos regresan un poco a la vida.
Se acerca el Día de Muertos y ésta celebración siempre puede ser aprovechada para la reflexión pues, como escribió Antonio Machado, “La muerte es algo que no debemos temer porque, mientras somos, la muerte no es, y cuando la muerte es, nosotros no somos”. Descansen en paz todos los forjadores de la mejor lucha libre del mundo que ya no están, y ustedes ¿a quienes pondrían en su ofrenda?