Nunca he querido morir. Una vez, a principios de 2020, dos meses antes de que iniciara la pandemia, pensé que si me moría en ese momento estaba bien. No tenía un objetivo cuya consecución me motivara a enfilar todas mis baterías. Pero de eso a querer morir hay un trecho amplio. Nunca me puse en riesgo, ni cerca. El sábado pasado pensé que la gente en la Arena Neza quería morir.
Al inicio de la lucha semifinal se fue la luz. Los aficionados utilizaron las lámparas de sus celulares para iluminar el cuadrilátero, pero minutos después el anunciador y algunos miembros del staff le pidieron a la gente que abandonara el recinto. El incidente fue menor, pero la escena afuera de la arena era apocalíptica. Llegaron una ambulancia, dos patrullas y un camión de bomberos que no pudo pasar debido a la multitud. Hubo una falla eléctrica afuera. En una acción preventiva, el bombero se abrió paso caminando y con un chispazo cortó la línea de electricidad. Posteriormente, un luchador salió para informar que no había riesgo y que la función iba a continuar.
Según datos que encontré en Internet, la densidad poblacional del municipio de Nezahualcóyotl corresponde a 16 mil cuatrocientos treinta y seis habitantes por cada kilómetro cuadrado. El 71% de la población entre 3 y 30 años no asiste a la escuela. A este escenario, sumemos que las tres primeras causas de mortalidad en el Estado de México en los rangos de edad de 15 a 24 años son accidentes, agresiones y lesiones autoinfligidas.
Con esos datos, no resulta extraño que la afición tomara el incidente de la luz como un divertido juego lleno de risas. Tampoco luce descabellado creer que la arena se abarrotó de nueva cuenta. Varios aficionados regresaron sin cubrebocas; todos regresaron amontonados. Como si nada hubiera sucedido, la función siguió.
El éxito rotundo de la función del 44 Aniversario de la Arena Neza simboliza también el fracaso de un sistema social. La incómoda precariedad de la que fuimos testigos La Moma, Morgan y yo el primero de enero es un reflejo del deseo de los aficionados por querer morir, o mejor dicho, del deseo de los aficionados por querer vivir en la Lucha Libre.