Con una batalla en jaula recibirá el Consejo Mundial de Lucha Libre al año nuevo, teniendo la expectativa de superar el entradón que se registró el martes pasado en la Catedral de la lucha libre. Cierto, muchos de los participantes no han recibido el impulso necesario como para cargar en sus hombros la responsabilidad de llenar la Arena México en una fecha normal, pero tratándose de la primera función del año y miles de turistas en la capital, la taquilla está asegurada.
La del domingo será la primera lucha estelar de Coyote después de ganar la Gran Alternativa la semana pasada, por lo que tiene la responsabilidad de destacar y continuar con esa inercia que una victoria del tal calado da. No solo debe buscar salvar la máscara, debe ir más allá.
Pero de entre todos los participantes hay que destacar a uno, Okumura, el llamado Tifón de Osaka, un auténtico samuray japonés que este 31 de diciembre está cumpliendo 27 años como luchador profesional, teniendo en esta lucha en jaula una magnífica oportunidad para demostrar que sigue en pie de guerra.
Si algo hay qué admirar de los japoneses es su tenacidad y constancia, son necios en el mejor sentido de la palabra, porque no se conforman con algo menos que alcanzar sus metas. Así, hace algunos años, Okumura sufrió uno de los reveses más dramáticos que cualquier persona puede sufrir, al lesionarse las vértebras cervicales durante un entrenamiento en la Arena México. Su vida estuvo en riesgo, pocos saben el duro golpe anímico que Okumura recibió al vivir en la incertidumbre, pues en México todos los médicos le aseguraron no volvería a luchar.
El Tifón de Osaka no se rindió, tomó sus maletas y se fue a Japón por una opinión diferente. Lleno de incertidumbre, pero con la firme decisión de volver a los cuadriláteros, ingresó al quirófano para, después, iniciar una larga y dolorosa rehabilitación.
Okumura llegó a México el 14 de mayo de 2004 sin hablar una palabra de español, sin conocer a nadie y en busca de seguir los pasos que en su momento dieron Tatsumi Ring Fujinami, Satoru Sayama o uno de sus mentores, Kendo Nagasaky.
A pocos meses de su llegada sufrió un duro descalabro al perder la cabellera ante el Negro Casas en una de las pocas luchas en jaula que se han dado en la Arena Coliseo de Perú 77, pero eso no lo desanimó. Aunque las luchas de apuesta no le han favorecido, (solo tiene la cabellera de Máximo), Okumura se ha convertido en un brazo fuerte del CMLL al ser el enlace con la New Japan Pro Wrestling.
En Japón lo reconocen y admiran el trabajo hecho en México, ha logrado ser el fiel de la balanza de la relación entre México y Japón que poco a poco se irá reactivando en beneficio de ambas empresas.
La labor de Okumura no se ha limitado al trabajo de escritorio o en el ring, ha sabido apoyar a quien lo ha necesitado y brindar un buen consejo a quien así se lo pide, gracias a él, a nadie más, tuve la oportunidad de estar tres veces en Fantasticamanía y vivir experiencias inolvidables.
A diferencia de Japón, Okumura no ha sido valorado en México como lo merece, hoy por hoy conoce el estilo de lucha mexicano al derecho y al revés, habla tres idiomas y lucha como si nunca se hubiera lesionado.
Mis muy sinceras y personales felicitaciones en este aniversario como profesional a un hombre que se ha sabido superar, que pese a la adversidad sigue adelante, que ya es el luchador japonés con más tiempo azotando su humanidad en tierra azteca y que, orgullosamente puedo contar entre mis amigos.
Feliz aniversario Okumura, éxito en la jaula de mañana, y feliz año nuevo a todos.